sábado, 29 de agosto de 2015

Marcelo Nicola, el proscripto de la Generación Dorada


En una entrevista con LA NACION, el rafaelino explicó el cortocircuito con Rubén Magnano, que lo privó de una era gloriosa; en algún momento le gustaría dirigir el equipo nacional.

Por Diego Morini | canchallena.com - bien su participación en el Sub 23 de 1993 le permitió entrar en el draft de la NBA y fue elegido en tercera rueda por Houston, el vínculo de Marcelo Nicola con el seleccionado argentino fue incómodo y controversial. Un cruce con Rubén Magnano antes del Sudamericano de 1999, en Valparaíso, terminó por excluirlo. Así quedó apartado del básquetbol argentino uno de los hombres que, con 2.07 metros, se movía como ala pivote, pero con la destreza de un alero o de un base. Hoy habla de la Generación Dorada , de la intervención en la Confederación y de su situación particular con una fuerza que capta la atención. No haber podido compartir un equipo con Emanuel Ginóbili y compañía es una herida que todavía permanece abierta.

-El básquetbol argentino se revolucionó con la intervención de la CABB. ¿Seguiste el tema?

-Me parece genial que los jugadores hayan ayudado a limpiarla un poco, que las cosas estén en manos de gente seria y honesta. Es el paso que había que dar para poder limpiar lo que era la organización del básquetbol argentino. Con el nivel de jugadores que hay y que hubo, todo tendría que ser mucho más profesional, la estructura debe adaptarse al nivel de sus jugadores. Sin ser arrogante, desde que empezamos a salir de la Argentina para jugar en Europa, dimos un salto de calidad importante, no sólo del juego, sino desde las costumbres y el profesionalismo, y eso no fue acompañado por los dirigentes. Eso es lo complicado. Luego vino la Generación Dorada, que logró mucho a nivel deportivo, pero eso que generaron Ginobili, Scola, Nocioni y Prigioni no se supo aprovechar. Se utilizó para sacar ventajas personales y no para hacerle bien al básquetbol argentino. No será simple volver a tener una situación tan ventajosa. Eso da pena.


-¿Sentís que lo que logró Ginóbili está dimensionado en la Argentina?


-No sé si en la Argentina se llega a sentir, valorar o entender qué es lo que hizo y está haciendo. Se valora lo de Manu con la selección, pero lo que alcanzó a nivel personal en Italia, en la NBA, no se advierte. Me parece que no se dimensiona lo grandioso que es Manu.


-¿Te ilusiona dirigir al seleccionado argentino?


-Sería feliz. Encantado. Desde la Argentina cortaron más lazos que los que yo corté. Las circunstancias me trajeron a Europa y a hacer mi carrera aquí, nunca me alejé del todo. Había algunas situaciones que fueron complicadas. Nunca me llamaron a colaborar o ayudar. Tuve un problema con una renuncia mía al seleccionado y desde ahí fui tildado casi de antipatriota. No me llamaron más.


-La selección es un capítulo especial en tu carrera.


-No tengo nada que esconder. Me llevó el presidente (Horacio) Muratore, quien pagó en el 1992 o 93 un seguro de muchísimo dinero para que pudiese jugar en una selección Sub 23. Se merece todo mi respeto porque junto con Edgardo Vecchio me llevaron allí. Después se tomaron determinaciones para frenar las renuncias a jugar en la selección y se decidió que el que renunciaba quedaba suspendido. Terminé la temporada con un tobillo muy mal y, entonces, le pedí descansar a Julio Lamas. Le prometí que iba a jugar el torneo siguiente, más importante. Me estaba separando de mi mujer, me comuniqué con Julio, le dije que lo sentía pero que no podía ir a jugar porque mi hijo muy pequeño me necesitaba. Me suspendieron y lo acepté: mi familia era más importante. Al año siguiente asumió el señor Magnano (sic). Vino a Europa para hablar conmigo y le expliqué por qué había renunciado. Le dije que necesitaba saber cómo iba a terminar mi temporada en Italia, además, porque tenía a mi hijo en España y necesitaba verlo. Me levantaron la sanción. Magnano me dice que me convoca para Valparaíso y para otro clasificatorio. Ahí yo le dije que a Valparaíso no iba a ir porque quería estar con mi hijo: llevaba casi cinco meses sin verlo y además necesitaba recuperarme físicamente.


-¿Y qué pasó después?


-Tomó la determinación de salir a una conferencia de prensa a criticarme duramente, a decir cosas que no eran ciertas. Dijo que yo le había mentido. No volví a hablar con él. Yo sólo le había dicho que no quería ir al primer torneo, pero que estaba a disposición para el clasificatorio. Tuvo declaraciones muy duras, dijo que mientras él fuese técnico de la selección yo no iba a jugar más. Eso fue lo que sucedió. Nadie vino a preguntarme qué había pasado. Siempre asumí las consecuencias de las determinaciones que tomé. Desde entonces fui considerado un antipatriota, un renegado de la selección. Nunca fue así. Me molesta porque me perdí los años más lindos de la selección y porque podía haber compartido un tiempo con esa fantástica generación. Como sí pudo disfrutarlos Hugo Sconocchini, por ejemplo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario