La decisión de la Federación Santafesina de crear la Asociación del Noroeste deja a la Rafaelina con ocho clubes y obligado a realizar una nueva transición para permitir que sus jugadores mantengan la competencia necesaria que les permita formarse y soñar con otra cosa. Un poco de historia para tratar de analizar lo que se viene, donde la proximidad de lo ocurrido hace parecer todo negativo. Entre todos deberemos afrontar el desafío de seguir creciendo.
(Diego Oviedo) - La Asociación Rafaelina de Básquet se formó el 25 de abril de 1938 con Independiente, Quilmes, 9 de Julio, Peñarol y Atlético como clubes fundadores. En 1946 se sumó Sportivo Ben Hur, en el 50 Libertad de Sunchales y en el 65 lo hizo Unión de Sunchales. A principios de la década del 90, los sancristobalenses Rivadavia Juniors y Racing Lawn Tennis Club se afiliaron a la Asociación y en el 2002 se fusionaron, época en que Central Argentino Olímpico y Atlético Ceres Unión ya habían sido integrados a la Rafaelina. En 75 años de existencia hubo muchos clubes que participaron en las actividades de la Asociación, pero por distintos motivos fueron desapareciendo o dejando de realizar la disciplina, normalizando la cantidad de afiliados en el último lustro a los once mencionados recientemente.
La decisión de la Federación Santafesina de crear la octava asociación, que en principio se denominará Asociación del Noroeste, se llevó a los ceresinos y a San Cristóbal Básquet, situación que obligará a un cambio en nuestro torneo local, que de un día para el otro pasó de tener once integrantes a solamente ocho, un número que a priori parece insuficiente en la intención de dar rodaje a los jóvenes y generar un Torneo Oficial de Primera División atractivo.
Lo cierto es que no será la primera vez que la Asociación estará integrada por ocho equipos, e incluso en algún momento hubo menos aún, pero también es cierto que los tiempos son otros y que hoy por hoy, todos los clubes, lo que pretenden es mayor cantidad de partidos que permitan el desarrollo de los jugadores. Desde este punto de vista, el deportivo, la decisión firme y sin vuelta atrás de la Federación es un golpe duro a las aspiraciones, ya que la Asociación pierde a instituciones animadoras en Primera División y a clubes con buena formación de divisiones inferiores, hecho que se refleja simplemente viendo los títulos logrados por Central en los últimos años y la presencia casi permanente de CACU entre los cuatro mejores de cada categoría.
A esto se suma, en principio, menos partidos por temporada, por ende, menos tiempo de competencia, por ende, más tiempo desaprovechado en el año. Está claro que esto se soluciona con la planificación de un torneo distinto y con alternativas, a lo que el hecho de enfrentar en un mismo año cuatro veces a un equipo no tendría que ser tomado como algo descabellado, si tenemos en cuenta como se disputan la mayoría de los torneos a nivel nacional e internacional. Pese a esto, y a las propuestas que surgirán, no hay dudas que el nivel bajará y es un agujero que llevará su tiempo tapar, siendo este el punto en el que deberán trabajar los dirigentes de la Asociación para generar una competencia interna que seduzca a los amantes del básquet, además de a los propios jugadores.
Una vez conocida la decisión de la Federación se levantaron distintas voces, y muchas, para no decir todas, fueron críticas hacia la postura de Raúl Foradori y compañía. Obviamente que en la "volteada" cayó el presidente de la Rafaelina, Rubén Ferrario, y los clubes de Rafaela y Sunchales, ya que las instituciones salientes no vieron una postura férrea y firme para al menos generar un lugar de debate y llevar la decisión para más adelante, o porque no, dejarla archivada.
La posibilidad de tener contacto permanente con los dirigentes de los clubes de Rafaela, además de integrar el grupo de trabajo de Argentino Quilmes, me permite conocer la actualidad de cada una de las instituciones, que a fines del 2013, no deja de ser preocupante y genera cierta incertidumbre pensando en lo que se viene, si es que finalmente no se hacen las acciones correspondientes, tanto desde el lado público como privado.
Hoy, para la mayoría de los clubes, el básquet es una piedra en el zapato. Desde las comisiones directivas el apoyo pasa en un 90% para el crecimiento del fútbol, (salvo en Independiente por cuestiones lógicas), siendo en casi todas las instituciones una actividad profesional. Comparar el fútbol con el básquet sería de necios, teniendo en cuenta lo que genera cada uno a nivel mundial, pero si también es cierto que un club tiene otras funciones, y que las mismas deben ser llevadas a cabo por la cabeza de los que mandan. El básquet se mantiene por las subcomisiones o grupos de trabajo, donde normalmente las salidas son mayores que las entradas. Esos grupos, lamentablemente, siempre están integrados por pocas personas, ya que hay muchos que hablan y poco hacen para colaborar con el club que los vio nacer. A esto se suma que los padres de los chicos cada vez se comprometen menos, y en cada club se cuentan con los dedos de las dos manos los que apuestan a apoyar para permitir el crecimiento de sus hijos y del club que los acobija.
Todo esto lleva a que los ingresos sean cada vez menores y que cubrir todos los gastos que significa mantener la disciplina termine siendo casi un desesperado intento de subsistir en un ámbito capitalista donde la función social de los clubes y la formación de personas y jugadores pasan a un segundísimo plano. Por ende, hoy, para los clubes de Rafaela, que no estén más los equipos del norte es un alivio económico, sin desconocer los inconvenientes deportivos descriptos anteriormente.
Ahora es el momento de ponerse los pantalones largos y salir a golpear puertas, públicas y privadas, para lograr los apoyos necesarios y seguir pensando que el básquet de Rafaela puede seguir creciendo. Los cambios son constantes y habituales. Se lamentará la salida de estas tres instituciones, pero será el momento de ver las cosas positivas y preocuparse en seguir sumando voluntades, todos tirando para adelante y dejando de lado las malas ondas. Iluso o no, pero sueño con un básquet rafaelino en crecimiento, y eso lo tenemos que lograr entre todos.
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